A UNIÃO INDIVISÍVEL DOS TRÊS SAGRADOS CORAÇÕES

São José

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domingo, 11 de maio de 2014

REFLEXIÓN 08.05.14


REFLEXIÓN
08.05.14

Como muchos Profetas de Dios debo compartir la Verdad que me rebela Cristo y la Madre Santísima:
 
 Humanidad:
 
Por Gracia Divina miro, escucho y en ocasiones Cristo y la Madre Santísima me tienen en Sus Brazos físicamente. Por Gracia Divina recibo la Palabra que Cristo desea que Sus hijos conozcan en este instante, pero Cristo respeta a quienes no sientan estos Llamados como parte de su vida o de su crecimiento espiritual.
 
Gracias Dios, gracias por Tu inmensa bondad hacia mí y hacia mis hermanos.
 
Pero me abruma la inconstancia del hombre, de ese ser humano que puede afirmar vivir de manera superior la espiritualidad, de alcanzar sentimientos mayores a los de los demás y continúa siendo indiferente al ser humano.
 
Estamos ante la hecatombe de esta generación, la Tierra no se permite detenerse en su estremecimiento, somos alertados, pero todo cuanto llega a nuestros oídos llega y se va.
 
Me fastidia, me harta la falta de sinceridad que el hombre posee ante sí mismo y ante Dios y la Madre. ¿Cuánto más nos falta ver y cuánto más cargaremos sobre las espaldas mirando sólo para adentro?
 
Se critica a diestra y siniestra al que actúa, porque actúa… porque dice y levanta la voz por los que no lo hacen... Entonces se les llama: locos, delirantes, New Age, satánicos, apocalípticos y demás. Pero el hombre de manos limpias, sin rasguños en ellas, sin muestras de laborar entre los lobos, ése, ése es el que señala, el que cree saber más por un estudio que da una universidad sobre lo que llama teología, ese señala, ofende y humilla.
 
Aquél que labora noche y día, a tiempo y destiempo, de un lugar a otro, entre creaturas que se han instruido en los Signos de los tiempos que nadie puede negar, o en medio de los hermanos que jamás han escuchado sobre nada de lo que sucede en el mundo,  aquél que recorre las tierras anunciando que al ser humano se le envenena con la alimentación, con la tecnología, con la ciencia mal empleada…, a ese…, a ese se le llama inconsciente y apocalíptico.
 
Me lastima el alma, no por disgusto sino por dolor. ¡Cuántos Llamados del Cielo hacia el hombre! ¡Cuántos privilegiados a los que les hablan Cristo y la Madre, escuchan y guardan silencio condenatorio…, por temor! ¡Cuántos escuchan los llantos de la Madre o del dolorido Corazón de Jesús…, y continúan indiferentes actuando en sus caprichos y desobedeciendo, sin interesarles esas Voces Divinas, que quizá por voluntad humana algún día dejarán de escuchar!
 
Al Dios de la Paciencia se le desea obligar a ser paciente en medio de los tormentosos males que nacen del corazón del hombre de esta generación. La juventud, alocada por la gran conmoción de los ídolos que llaman a satanás rey de la tierra, dan muerte con la mano y con el corazón a todo lo que significa Dios.
 
Quien dice que Cristo no está en medio de nosotros, miente, es mentiroso y está en contra de la Palabra Divina. Quien le dice a la humanidad que Cristo no mira al hombre actual y padece por ello, desmiente las Sagradas Escrituras, porque “ÉL ES EL QUE ES: HOY, MAÑANA Y SIEMPRE”. (cfr. Heb. 13,8)
 
El hombre de hoy es un hombre viejo porque ha vivido aceleradamente, pensando en no recibir lo que ha gestado, hombre equivocado, la misma naturaleza, por Orden Divina, sacudirá y plagará de calamidades a aquel que se cree superior a Dios.
 
Poco a poco se miran los Signos de los Tiempos, y éste en especial. Aquellos que dejan de creer porque no se cumple en su totalidad lo anunciado, esos clamarán misericordia en el instante de la tribulación, ese que con desviadas intenciones da falsas interpretaciones a lo que el Cielo le dice al hombre, ése callará y se sentirá enmudecer al mirar cumplirse lo anunciado.
 
Todos, creyentes y no creyentes, miraremos unidos la Santa Ira de un Dios al que se le ha llegado hasta a exigir que no ejerza Su Justicia…
 
El hombre recae una y otra vez en la murmuración, sin reconocer que es un arma de satanás que le envilece para lograr su cometido: destruir a los hijos de Dios.
 
Somos hijos de un mismo Padre y como tales, tenemos el deber de cooperar unos con otros y no destruirnos, cooperar y no consentir el dolor de los inocentes, de no hacer a un lado al pecador sino alegrarse por el arrepentido.
 
Vienen sobre el mundo catástrofes, hay sobre el mundo catástrofes, y son necesarias, dolorosas pero necesarias, ya que como Médico Divino, el gran señor y dueño de la vida; ejerce la gran operación para arrancar de un tajo el cáncer que invade a Su Cuerpo Místico; la humanidad es un horno ardiendo en pecado..., o en malos actos como lo deseen llamar.  Sólo aquel que camina conscientemente hacia ese horno para  encontrar la purificación, sólo ese mirará, cómo el agua se separa del aceite, cómo la oveja es separada del lobo, cómo los que murmuran son arrojados, y los que matan mueren en el mismo hierro del fuego que forjó sus armas, y los que matan con la lengua, sufrirán si no se arrepienten.
 
Y citando lo que Cristo dice a través de San Pablo en la Carta a los Romanos (Rom 8,18), “los sufrimientos de este tiempo no pueden compararse con la gloria por venir, que ha de revelarse en nosotros.”
 
La tierra temblará y el hombre  aún dice: ¿dónde están los mensajeros, que no se cumplen las profecías? Y el mundo en llamas y no lo miran….
 
Dios obra con justicia y a los hombres que actúan en contra del bien les llegará el instante en que Dios les arrebate el poder terreno, y entonces se mirarán tal cual son: hombres de carne y hueso... Nada más... Quizá correrán en busca del escuchar al alma, al espíritu, a Dios.... Así sea.
 
Deseo la libertad del hombre, de aquel que ama a su Dios, de aquel que reconoce al Ser Supremo, deseo la libertad de una humanidad animada por lo espiritual y brillando como el sol, en medio de las bondades del Cielo.
 
Pero esto, en este instante está lejano, al menos de los que permanecemos en la Tierra, en medio de las guerras y no las necesariamente armadas, sino las espirituales entre los hermanos, que son las que alimentan el cuerpo de satanás.
 
Reflexiona seriamente. No vivimos fantasías sino realidades y ruega a Dios que no llegue a tu puerta, a tu familia, a tu vida, un lamento de esos que desgarra el corazón, cuando el hombre dejando de ser hombre y transformándose en sus bajos instintos, arrebate lo más preciado de tu vida.
 
Oremos y actuemos.
 
Luz de María.