REFLEXIÓN
08.05.14
Como muchos Profetas de
Dios debo compartir la Verdad que me rebela Cristo y la
Madre Santísima:
Humanidad:
Por Gracia Divina miro, escucho y en
ocasiones Cristo y la Madre Santísima me tienen en Sus
Brazos físicamente. Por Gracia Divina recibo la Palabra
que Cristo desea que Sus hijos conozcan en este
instante, pero Cristo respeta a quienes no sientan estos
Llamados como parte de su vida o de su crecimiento
espiritual.
Gracias Dios, gracias por Tu inmensa bondad hacia mí y
hacia mis hermanos.
Pero
me abruma la inconstancia del hombre, de ese ser humano
que puede afirmar vivir de manera superior la
espiritualidad, de alcanzar sentimientos mayores a los
de los demás y continúa siendo indiferente al ser
humano.
Estamos ante la hecatombe de esta generación, la Tierra
no se permite detenerse en su estremecimiento, somos
alertados, pero todo cuanto llega a nuestros oídos llega
y se va.
Me
fastidia, me harta la falta de sinceridad que el hombre
posee ante sí mismo y ante Dios y la Madre. ¿Cuánto más
nos falta ver y cuánto más cargaremos sobre las espaldas
mirando sólo para adentro?
Se
critica a diestra y siniestra al que actúa, porque
actúa… porque dice y levanta la voz por los que no lo
hacen... Entonces se les llama: locos, delirantes, New
Age, satánicos, apocalípticos y demás. Pero el hombre de
manos limpias, sin rasguños en ellas, sin muestras de
laborar entre los lobos, ése, ése es el que señala, el
que cree saber más por un estudio que da una universidad
sobre lo que llama teología, ese señala, ofende y
humilla.
Aquél
que labora noche y día, a tiempo y destiempo, de un
lugar a otro, entre creaturas que se han instruido en
los Signos de los tiempos que nadie puede negar, o en
medio de los hermanos que jamás han escuchado sobre nada
de lo que sucede en el mundo, aquél que recorre las
tierras anunciando que al ser humano se le envenena con
la alimentación, con la tecnología, con la ciencia mal
empleada…, a ese…, a ese se le llama inconsciente y
apocalíptico.
Me
lastima el alma, no por disgusto sino por dolor.
¡Cuántos Llamados del Cielo hacia el hombre! ¡Cuántos
privilegiados a los que les hablan Cristo y la Madre,
escuchan y guardan silencio condenatorio…, por temor!
¡Cuántos escuchan los llantos de la Madre o del dolorido
Corazón de Jesús…, y continúan indiferentes actuando en
sus caprichos y desobedeciendo, sin interesarles esas
Voces Divinas, que quizá por voluntad humana algún día
dejarán de escuchar!
Al
Dios de la Paciencia se le desea obligar a ser paciente
en medio de los tormentosos males que nacen del corazón
del hombre de esta generación. La juventud, alocada por
la gran conmoción de los ídolos que llaman a satanás rey
de la tierra, dan muerte con la mano y con el corazón a
todo lo que significa Dios.
Quien
dice que Cristo no está en medio de nosotros, miente, es
mentiroso y está en contra de la Palabra Divina. Quien
le dice a la humanidad que Cristo no mira al hombre
actual y padece por ello, desmiente las Sagradas
Escrituras, porque “ÉL
ES EL QUE ES: HOY, MAÑANA Y SIEMPRE”. (cfr. Heb. 13,8)
El
hombre de hoy es un hombre viejo porque ha vivido
aceleradamente, pensando en no recibir lo que ha
gestado, hombre equivocado, la misma naturaleza, por
Orden Divina, sacudirá y plagará de calamidades a aquel
que se cree superior a Dios.
Poco
a poco se miran los Signos de los Tiempos, y éste en
especial. Aquellos que dejan de creer porque no se
cumple en su totalidad lo anunciado, esos clamarán
misericordia en el instante de la tribulación, ese que
con desviadas intenciones da falsas interpretaciones a
lo que el Cielo le dice al hombre, ése callará y se
sentirá enmudecer al mirar cumplirse lo anunciado.
Todos, creyentes y no creyentes, miraremos unidos la
Santa Ira de un Dios al que se le ha llegado hasta a
exigir que no ejerza Su Justicia…
El
hombre recae una y otra vez en la murmuración, sin
reconocer que es un arma de satanás que le envilece para
lograr su cometido: destruir a los hijos de Dios.
Somos
hijos de un mismo Padre y como tales, tenemos el deber
de cooperar unos con otros y no destruirnos, cooperar y
no consentir el dolor de los inocentes, de no hacer a un
lado al pecador sino alegrarse por el arrepentido.
Vienen sobre el mundo catástrofes, hay sobre el mundo
catástrofes, y son necesarias, dolorosas pero
necesarias, ya que como Médico Divino, el gran señor y
dueño de la vida; ejerce la gran operación para arrancar
de un tajo el cáncer que invade a Su Cuerpo Místico; la
humanidad es un horno ardiendo en pecado..., o en malos
actos como lo deseen llamar. Sólo aquel que camina
conscientemente hacia ese horno para encontrar la
purificación, sólo ese mirará, cómo el agua se separa
del aceite, cómo la oveja es separada del lobo, cómo los
que murmuran son arrojados, y los que matan mueren en el
mismo hierro del fuego que forjó sus armas, y los que
matan con la lengua, sufrirán si no se arrepienten.
Y
citando lo que Cristo dice a través de San Pablo en la
Carta a los Romanos (Rom 8,18), “los sufrimientos de
este tiempo no pueden compararse con la gloria por
venir, que ha de revelarse en nosotros.”
La
tierra temblará y el hombre aún dice: ¿dónde están los
mensajeros, que no se cumplen las profecías? Y el mundo
en llamas y no lo miran….
Dios
obra con justicia y a los hombres que actúan en contra
del bien les llegará el instante en que Dios les
arrebate el poder terreno, y entonces se mirarán tal
cual son: hombres de carne y hueso... Nada más... Quizá
correrán en busca del escuchar al alma, al espíritu, a
Dios.... Así sea.
Deseo
la libertad del hombre, de aquel que ama a su Dios, de
aquel que reconoce al Ser Supremo, deseo la libertad de
una humanidad animada por lo espiritual y brillando como
el sol, en medio de las bondades del Cielo.
Pero
esto, en este instante está lejano, al menos de los que
permanecemos en la Tierra, en medio de las guerras y no
las necesariamente armadas, sino las espirituales entre
los hermanos, que son las que alimentan el cuerpo de
satanás.
Reflexiona seriamente. No vivimos fantasías sino
realidades y ruega a Dios que no llegue a tu puerta, a
tu familia, a tu vida, un lamento de esos que desgarra
el corazón, cuando el hombre dejando de ser hombre y
transformándose en sus bajos instintos, arrebate lo más
preciado de tu vida.
Oremos y actuemos.
Luz
de María.