Resumen de Conferecia de Luz de María:
13.04.16
CRECER ESPIRITUALMENTE… LA LUCHA DE TODO CRISTIANO
La gran mayoría de personas están pasando pruebas, ¿qué es lo que tienen que saber sobre ellas?
Si no se tienen pruebas no se está actuando
bien y se deben preocupar. Las pruebas hacen crecer y madurar en la Fe.
Dios envía las pruebas para que el hombre aprenda a hacer Su Voluntad y
a vivir en Su Voluntad.
Se debe dejar de ser niños espirituales
para enfrentar las pruebas con madurez. Hay que ser como las águilas,
que miran la tormenta, la enfrentan y salen de ella con Sabiduría. Hay
que observar y analizar, antes de actuar durante las pruebas.
Los hijos de Cristo deben ser “sal de la tierra y luz del mundo”.
Por eso en medio de las dificultades se tiene que aprender a ser
siempre luz y esto significa que se tiene que tener confianza en Dios.
Pero por ahora, las pruebas sacan del entorno, sacan al creyente de
donde tiene que estar y de donde Dios le quiere. Eso sucede porque se es
inmaduro en la Fe y porque la prueba en sí misma le supera, y supera
también el poco amor que se tiene dentro, quizás hacia el prójimo, hacia
el metro cuadrado.
Todos pasamos tiempos de prueba, tiempos en
que se nos ataca. Hay que recordar que eso no es lo malo, ténganlo
presente en la mente. No es mala la prueba, porque la prueba nos hace
estar más cerca de Cristo. Nos damos cuenta que Él está más con Sus
hijos en la prueba porque es cuando el hombre le busca más.
En ocasiones cuando no se está cerca de
Cristo no se tienen pruebas, pero cuando llegan, las pruebas agobian, y
quizás Cristo está diciendo ahí: “estabas alejado de Mí y por eso te
tengo que enviar la prueba”, porque al estar cerca de Cristo se está conociendo
cómo venció Cristo al mal en el desierto, en las tentaciones. Cristo lo
venció rápidamente porque siempre tuvo una respuesta inmediata a las
ofertas y a las proposiciones del demonio. Pero Él lo hizo, ¿por qué?
¿Por qué dio una respuesta inmediata y
certera? Porque tenía la Luz del Espíritu Santo. Y todos tenemos siempre
la Luz del Espíritu Santo. La tenemos siempre, pero no se usa, solo en
algunas ocasiones y en otras, no. No es culpa del Cielo, eso es culpa
del hombre. Todos los seres humanos poseemos la Luz del Espíritu Santo
en todo instante, pero no le dan uso porque el hombre se victimiza y al
hacerse víctima, la Sabiduría Divina se estanca y el Espíritu Santo no
puede iluminar. De lo contrario, siempre seríamos victoriosos. Dios lo
sabe: somos hombres, somos débiles, pero no nos escudemos en eso.
HAY QUE APRENDER A RECONOCER, NO EN LOS DEMÁS, SINO EN NOSOTROS MISMOS LAS SEÑALES DEL INMADURO ESPIRITUAL
Lo primero que se ve cuando una persona es
inmadura espiritualmente es el egoísmo. Tiene que haber una causa
primaria muy fuerte, de donde se desprenden todas las demás que hacen a
la persona inmadura espiritualmente, y lo primero que vemos en un
inmaduro espiritual es el egoísmo. Esto causa que los que están al lado
del egoísta, se cansen y al final va quedando solo.
Otra señal muy fuerte del inmaduro espiritual es que es impositivo, le gusta que todos hagan solo lo que él dice.
Le falta Sabiduría Espiritual porque no
conoce la Palabra Divina, no la conoce a profundidad. Entonces le falta
Sabiduría y por ello siempre debate y embate con armas que no son
espirituales, y en muchas ocasiones vence, porque debate con argumentos,
pero éstos no son de la Palabra Divina, sino son argumentos del mundo.
Otra señal es que no profundiza la Palabra Divina.El inmaduro espiritual se hace víctima por todo.
Siempre busca los defectos de los demás y
quiere obligar a los demás, o siempre quiere hacer sentir a los demás
culpables, quiere que los demás cumplan todo, pero él no cumple.
Ustedes tienen que aprender a mirar todas
estas señales que Dios da para aprender a reconocer a las personas
inmaduras espiritualmente, no para hacerlas a un lado, sino para saber
que se está ante un inmaduro(a) espiritual y que hay que actuar de otra
forma, no confrontándolo, sino aunque es difícil, llevándolo a la Luz de
la Palabra Divina para que comprenda que las cosas no deben ser así.
Un último aspecto que se tiene que aprender
a mirar es lo que Dios nos ha dado, lo que la Providencia Divina nos
da. El inmaduro espiritual siempre hace un recuento de lo que no tiene.
¡Vean qué interesante!, siempre ve lo que no tiene y no ve lo que Dios
le ha dado, lo que Dios le hace llegar y las bendiciones que recibe y
por el contrario, siempre hace un reclamo a Dios.
Por eso dice la Madre Santísima “que el inmaduro espiritual hace un inventario de lo que no tiene, siempre, en todo aspecto”.
Cada cosa que ve es para hacer un inventario de lo que no tiene, porque
siempre quiere más. Se tiene que saber que hay cosas que no se pueden
tener porque cada uno tiene un propósito en la vida, y este propósito es
el que le da Dios y no todos tienen que cumplir el mismo rol ni la
misma función.
Por lo tanto, hay que tener
discernimiento y saber que en la vida habrá cosas…, habrá personas…,
habrá situaciones… que nos hacen casi imposible seguir el camino, pero
en este instante hay que madurar.
¿QUÉ TIENE QUE HACER UNA PERSONA QUE ES MADURA ESPIRITUALMENTE?
¿Qué es lo primero que denota en una
persona que es madura espiritualmente? Lo primero, es el testimonio,
dando un buen testimonio y respetando al prójimo.
Un aspecto muy importante es la “etiquette”
espiritual. Hay que tener integridad espiritual, ser espiritualmente
sanos. Dense a la tarea de buscar más sobre la integridad espiritual
porque es muy importante el ser íntegros espiritualmente, sanos
espiritualmente. Hay que ser íntegros y sanos en el cuerpo, en el
espíritu y en el alma para que seamos irreprochables y para poder estar
preparados para cuando nos llamen a la Casa Paterna y para la Segunda
Venida de Cristo.
Dios tiene que tener el control de la vida
de cada uno porque si no, cualquiera llega y hace con ustedes como él o
como ella quiere. Deben tener a Dios como centro de la vida,
precisamente para ser íntegros espiritualmente, que Dios esté en el
centro del corazón, de la mente, del alma, de las emociones y de la
razón, y nuestra Madre Santísima sea nuestra intercesora ante Su Hijo.
¿Por qué será que hay que tener a Dios como
centro de la vida? La consciencia de que Dios mora en cada uno y de que
se está unido a Él, se debe a que se sabe que Dios estabiliza todo.
Entonces siendo Él el centro de la vida, se va a estar estable, porque
cada uno va a abrirse a la acción de Dios en su vida.
También se tiene que conocer y estudiar para estar en el camino correcto.
En una criatura que es madura
espiritualmente, en sus conversaciones, en sus reuniones, en sus actos y
en sus obras, siempre está Dios presente, no tiene cabida lo mundano,
ni el enemigo. En la vida de un maduro espiritual siempre está presente
Dios y tiene ese balance, ese ordenamiento, acorde con todo lo que Dios
pide y con lo que cada uno necesita para estar en la Voluntad Divina.
Otro punto muy importante, es que el maduro
espiritual no es egoísta y piensa en los demás, y eso lo lleva a no ser
impulsivo. Porque si Dios es equilibrio, ¿quién lleva al
desequilibrio? Satanás. Entonces al no ser impulsivos, al no actuar
impulsivamente, no van a permitir que satanás lleve el desequilibrio a
sus vidas, a sus relaciones con el prójimo, con el hermano, en el hogar
y podrán ser un testimonio verdadero. Hay que recordar que los demás
leen la vida de ustedes, leen sus personalidades, en el testimonio que
cada uno da…
Adicionalmente, es de gran relevancia que
el maduro espiritual sabe que necesita equilibrio, que no puede hacerlo
todo en la vida y que el equilibrio es parte del saber controlar la
vida. Se necesita equilibrio espiritual para no abusar de la familia, de
los hijos, de los hermanos, de la pareja, de los papás, de todas las
personas. El maduro espiritual no quiere hacer lo que él quiere siempre
porque está preparado para tener un equilibrio y sabe que, en la mayoría
de las ocasiones, lo mejor es guardar silencio, porque cuando no hay
equilibrio y se quiere hacerlo todo, el enemigo se aprovecha y causa
muchos problemas en la vida y en todo el entorno, ya sea con los padres,
con los hijos, con la pareja, con las amistades.
Hay otra cosa que me decía la Madre Santísima: “el mal genio y el deprimirse son aspectos que se tienen que atender”,
¿por qué? Porque se repiten todos los días de la semana, quizá con las
mismas acciones: levantarse, hacer una oración, prepararse, ir a dejar a
los hijos al colegio, etc. y así se va convirtiendo cada día de la
semana en una rutina. Todos los días se repiten y la creatura humana
olvida que son una bendición de Dios. Y me decía la Madre: “suceda
lo que suceda, aunque sea adverso, aunque duela, aunque haya que tomar
decisiones, hay que aprender a vivir y a disfrutar lo que sucede en la
vida.”
¿Cómo hay que vivir una situación dolorosa
que pase en la vida? Mirando todo dentro de la Voluntad de Dios, dentro
de la Pasión de Cristo, dentro del Amor de Cristo, sabiendo que Cristo
es más que un águila y mira todo lo que va a suceder en nuestra vida. Si
Él permite algo, es porque va a ser para bien de cada uno.
Pero ahora, en este instante, hay un gran
problema y es que todas las personas quieren vivir en la altura, quieren
vivir de la altura, y cada vez quieren más y más y más, y tener más y
más y más; y esa búsqueda del más, lleva a las drogas, a los abusos,
porque el querer más, no tiene límites. Entonces hace que las personas,
que los hermanos sobrepasen todos los límites porque nunca se está
contento con lo que se tiene. Para combatir todo esto, el hijo de
Dios tiene que tener una buena actitud en la vida y la buena actitud
tiene que estar unida en discernimiento con el Espíritu Santo.
¿Cuál es la meta del maduro espiritual?
Estar unido a Cristo en todo momento, bajo cualquier circunstancia y
desear vivir y agradecer siempre a Dios todo lo que sucede.
Nos dieron un Manual de Instrucción Divina.
Eso el enemigo no lo ignora, él lo sabe. El Manual de Instrucción lo
dejó Cristo en Los Mandamientos.
El cristiano vive en un campo peligroso, es
un campo de batalla espiritual muy difícil, porque no ve contra quién
está combatiendo. No lo ve con los ojos físicos, lo siente, lo vive, o
en ocasiones ni lo siente. Por eso es que cae, porque los demonios no
están solo en el aire, están caminando en la tierra para hacer caer en
el combate al que lucha por la Salvación del alma.
Aquél que es inmaduro espiritual y que no
quiere cambiar, está abalanzándose sobre una derrota innecesaria y se
está precipitando a no disfrutar de los Dones con que Dios le ha dotado
para vivir al hombre. Los que no quieren esforzarse por cambiar, están
aceptando todas las zancadillas que el demonio les pone en el camino
para que caigan.
El HIJO DE DIOS TIENE QUE HACERSE UN FIRME PROPÓSITO EN LA VIDA: MADURAR ESPIRITUALMENTE.
Recuerden un aspecto muy importante: el
maduro espiritual tiene equilibrio. No quiere hacerlo todo porque sabe
que descuidaría algunos aspectos de su vida que son importantes. Pero
también el maduro espiritual sabe que tiene que cooperar en donde se
encuentre.
En donde cada uno se encuentre, tiene que
ser un incansable buscador, tiene que ir a buscar a Cristo que se da
en esta Palabra Viva, a ese Cristo que está en los hermanos, en el que
padece, en el necesitado que camina junto a cada uno. ¿Por qué no
buscar constantemente la Palabra de Dios, por qué no estar siempre
pendiente? Piensen que si se pasan días sin alimentarse, buscan algo
para alimentarse, se van a hacer una compra, porque el organismo no está
acostumbrado a pasar demasiados días sin el alimento. Entonces, ¿cómo
es posible que se acostumbren a vivir sin la Palabra de Dios y sin ir a
buscarla?
Hermanos en diversas ocasiones en la vida
se tiene que pedir perdón, porque si no se pide perdón se van acumulando
sentimientos que al final lo llevan a actuar mal. Por más que uno
reciba el Agua Viva, por más que uno reciba instrucciones, por más que
uno reciba la Palabra, hay momentos en la vida en que uno tiene que
pedir perdón.
LOS TRES ENEMIGOS DEL HOMBRE: EL DEMONIO, EL MUNDO Y LA CARNE
Hay quienes se llaman cristianos, sin saber que son cristianos que viven cautivos del enemigo…
Ustedes están recibiendo instrucción para
ser vencedores, por eso hay que tener claro que tenemos tres enemigos
que son: el demonio, el mundo y la carne.
El demonio, el mundo y la carne se oponen a que Dios nos salve...
El demonio, el mundo y la carne se oponen a que Dios nos salve...
El demonio, el mundo y la carne tratan de impedir que Dios nos haga ese hombre nuevo...
El demonio, el mundo y la carne impiden al
hombre que vuelva a nacer como creatura nueva con la Gracia del Espíritu
Santo y que viva una vida sobrenatural.
Por eso, hablábamos del maduro espiritual y
del inmaduro espiritual, porque el hombre carnal es el que se siente
limitado, pecador, inclinado al mal y débil para hacer el bien. Es tan
mundano que le impide al alma actuar al Modo Divino, le impide al
Espíritu Santo que le dé la Gracia, porque el hombre carnal se aferra a
las propias miserias, a sus modos de pensar, a sus modos de esperar, a
sus modos de amar; se resiste a que el Espíritu Santo lo domine para que
lo renueve todo, para hacer de él un hombre nuevo. Y el hombre carnal
no está dispuesto a mortificarse y ve casi como un imposible una
renovación espiritual, no quiere morir a su yo y por eso se queda en su
forma de ser.
Sabemos que el demonio, el mundo y la carne en ocasiones caminan separados, pero en otras caminan en forma conjunta...
Recuerden cuando Cristo nos da el ejemplo de la Parábola del Sembrador: Él nos va revelando cuáles son los enemigos de la Palabra de la siguiente manera:
* Cristo denuncia a las aves que arrebatan la semilla, ahí denuncia al mal.
* Cristo denuncia el terreno pedregoso, que representa la flaqueza del hombre, es decir, ahí denuncia la carne.
* Cristo denuncia las espinas que sofocan con impedimentos lo que se ha sembrado con impedimentos del mismo hombre, eso sería el mundo.
Citando a San Pablo, hay que recordar que
San Pablo también nos enseña que el espíritu del hombre carnal vive en
una demanda absoluta para llevarlo a la zona inferior, a la más inferior
que hay, que es con el mismo demonio. Esa es la meta que tiene satanás:
ir engañando al hombre para que el hombre busque al mundo, a él y a la
carne.
Entonces, son tres enemigos que tenemos,
son tres aliados que están en una misma guerra contra nosotros: el
demonio, el mundo y la carne. Ellos tres combaten contra el Espíritu
Santo y contra cada uno de nosotros en particular. Y cada uno lucha a
su manera: si un demonio no nos puede vencer, vendrá otro, si dos
demonios no nos pueden vencer, irán por otro, si tres demonios no nos
pueden vencer, irán por otro demonio y así sucesivamente.
Por lo tanto, se sabe que los demonios
actúan en colectividad, no actúan solos y van atrapando a otros para
hacerlos cómplices y que actúen en contra del hombre, por eso tiene que
despertar en cada uno la Gracia del Espíritu Santo para que nos ayude a
tender más hacia Dios y menos hacia lo mundano.
Deseo citar a San Juan de la Cruz, algo que él escribió, que decía que el alma quiere llegar muy rápido a la unidad con Dios y librarse de todos los impedimentos del mundo, para que llegando rápido a Dios pueda lograr defenderse de las astucias y de los engaños del demonio. Pero San Juan de la Cruz respondía que el mundo era el enemigo menos difícil que tenía el hombre, si el hombre renuncia al mundo, que es lo más fácil, ya que al renunciar al mundo el enemigo sabe que no puede atacarnos por ese lado.
Deseo citar a San Juan de la Cruz, algo que él escribió, que decía que el alma quiere llegar muy rápido a la unidad con Dios y librarse de todos los impedimentos del mundo, para que llegando rápido a Dios pueda lograr defenderse de las astucias y de los engaños del demonio. Pero San Juan de la Cruz respondía que el mundo era el enemigo menos difícil que tenía el hombre, si el hombre renuncia al mundo, que es lo más fácil, ya que al renunciar al mundo el enemigo sabe que no puede atacarnos por ese lado.
Pero la carne es el enemigo más fuerte
porque San Juan de la Cruz dice que la fuerza de la carne y la
influencia de la carne para que el hombre peque dura mientras el hombre
viva. Entonces, si el más fácil de vencer es el mundo y el más difícil
de vencer es la carne, venzamos al más fácil que es el mundo. Porque
San Juan de la Cruz decía que venciendo a uno hacemos más débiles a los
otros enemigos que tenemos. Él decía: enflaqueciendo a uno, se
enflaquecen los demás, los otros dos y ya no van a ser tan fuertes en la
guerra contra nosotros.
San Juan de la Cruz decía: si todas las
fuerzas de ustedes se concentran en renunciar al mundo, amando a Dios y
al prójimo, a ustedes les llega la santidad cristiana y así lograrán
una transfiguración completa porque al renunciar al mundo, les llevará a
renunciar a la carne y por ende a la influencia del demonio.
Si él nos da estas pautas, no tratemos de
vencer a nuestros tres enemigos, venzamos a uno para que como dice San
Juan de la Cruz, enflaquezcamos a los otros dos para que no puedan
entablar una batalla fuerte contra nosotros. Lo único que hay que hacer
es reconocer la existencia de estos tres enemigos. Reconociéndolos, hay
que luchar por vencer a uno, por vencer al mundo. ¡Menuda tarea la que
queda pendiente!
¿Qué se puede hacer para vencer al mundo?
Primero: En las cosas más sencillas dejar
de pensar en lo que yo quiero y pensar en lo que Jesús quiere y en lo
que Jesús haría en ese momento, cómo actuaría, qué diría. También
luchar contra el egoísmo, contra el yo humano para poder pensar en los
demás y comenzar a ver a Jesús en las demás personas, porque aunque yo
lo tengo dentro de mí, debo buscar a Jesús también en las demás personas
y en todo lo que me rodea.
El ayuno les va a ayudar a dominarse y vencer la carne…
La oración, y especialmente la oración de contemplación, les va a ayudar a vencer al demonio…
El Cielo ha solicitado que se instruyan en el conocimiento porque eso les va a ayudar a vencer al mundo…
Les aconsejo que cada uno en particular
tome la decisión de vencer a uno de esos tres enemigos, a uno, no a
todos de una vez. Por eso recuerden a San Juan de la Cruz: si vences a
un enemigo los otros dos se van a debilitar y va a ser más fácil
vencerlos. Y esto compagina perfectamente con lo que Cristo dice: “sed
expertos en amor y el resto se les dará por añadidura”. No se puede ser
experto en todo, en algo se es inexperto, pero hay que ser expertos en
amor y aquí, lo mismo: hay que aprender a vencer a uno de estos enemigos
para debilitar a los otros.
A la humanidad le queda poco tiempo de esta
aparente tranquilidad, queda poco tiempo. Si ustedes se fijan en la
cantidad de sismos que están habiendo todos los días alrededor del mundo
y de magnitudes altas, de 5, de 5 y un poco más, hasta uno de casi de 7
grados. Si se ponen a pensar en esto: ¿cómo es que la tierra se está
estremeciendo?, ¿cómo está reaccionando? y en varios lugares del mundo
la tierra se está hundiendo… Y esto es precisamente la reacción de la
Tierra ante un hombre que despide una energía negativa. Y todos tenemos
que ver con absolutamente todo lo que sucede, no sólo en la Tierra sino
en el Universo. La luna tiene injerencia sobre el hombre, el hombre
tiene injerencia sobre la Naturaleza y ¿qué hemos hecho con la
Naturaleza? Al desconocer todo esto, no se reacciona como creaturas de
Dios, por eso es que se recibe todo lo que recibe de la Naturaleza. Y va
a haber un evento cósmico fuerte, que va a causar estragos en la
Tierra.
Les reafirmo, a la humanidad no le queda
mucho tiempo en esta aparente calma, vean los últimos Mensajes son una
catequesis. Yo me asombro de ver la sutileza, la plenitud con la que el
Cielo nos está evangelizando, está catequizando a Su Pueblo.
Hay bastante para meditar y llevar a la práctica con todo lo que hemos compartido hoy...
Que Dios bendiga a todos los que han estado
compartiendo esta Palabra Divina, que bendiga a sus familias, el camino
por donde van a transitar para llegar a sus hogares, a los trabajos.
Que Dios bendiga la mente, el pensamiento, los ojos, los oídos, el Don
de la Palabra, y que nos dé una gran disposición para tomar la decisión
de ser más de Cristo y menos del mundo.
Amén.